Felicidad
Siempre odié las órdenes. Desde pequeño fui reticente a los mandatos. A las frases imperativas. No sé a que se deba esta actitud. Lo peor de todo es que aquellas personas que nos las escupen, muchas veces, se creen superiores siendo en el fondo unos pobres infelices. Por ejemplo T. Siempre odié a T. Su apariencia me irritó descontroladamente desde que lo vi por primera vez parado en la puerta del edificio donde recién me había mudado. Siempre con su cara de cojonudo dándote los buenos días o las buenas noches.
Apenas me levanté esa mañana gris, Sam comenzó con sus engreimientos de niña bien. Decidimos vivir juntos a pesar de la negativa de sus padres. A pesar de las oposiciones, alquilamos un apartamento cerca de Freddy´s. En un comienzo las cosas fueron de cierta manera digerible para ambos. Nos pasábamos todos los fines de semana tirados dentro de la cama. Sólo el dolor de nuestros cuerpos nos sacaba de nuestro lecho. Nos bañábamos juntos, desayunábamos a eso de la una y luego veíamos alguna película en casa. Los días de semana cada uno se dedicaba a sus asuntos. Ella dictando clases de francés en el instituto y yo como dependiente en una librería. Así transcurrieron nuestras primeras semanas de convivencia. Todo bien. Hasta que la rutina me fue carcomiendo. Me comenzaba a matar.
Yo la quería. La quiero. A mi manera. Desde que la conocí me pareció una mujer atractiva, con un aura especial. Pero ahora que ha pasado tanto tiempo el interés ha disminuido. Por mi parte. ¿Por parte de ella?
Ese sábado en la mañana lo único que quería hacer era no hacer nada. Estar tirado en la cama, como siempre. Levantarme tarde, desayunar tarde, desparramarme en el sofá viendo alguna película europea y tomarme un trago. Odio las películas gringas. Siempre las odié. Pero Sam comenzó con sus engreimientos de niña bien. Comenzaron sus pedidos. Más que pedidos, órdenes. Y como yo odio las órdenes, la mandé a la mismísima mierda. Comenzó a llorar. Creo que fue muy fuerte lo que le dije. Pero no me arrepiento. Quería que vaya al supermercado a comprarle yogurt light. Natural. Lo menos que deseaba en ese momento era salir de la cama y comprar yogurt light. Natural. Tanto me jodió con el pedido que tuve que acceder. Me puse lo primero que vi. Unos jeans desteñidos, una camiseta gris y mis zapatos negros. Cogí las llaves del auto y bajé al estacionamiento. Estando afuera percaté del frío que hacía. Ya estaba ahí y no iba a volver por una casaca. Tomé el ascensor y seguí hasta el estacionamiento. Abrí la puerta del auto, coloqué las llaves en el interruptor e hice contacto. No encendió. Intenté nuevamente. Estaba ahogado. Maldito carro, maldita Sam, maldito yogurt light. Natural. Caminé hacia la puerta del edificio y me topé con T. Siempre con su cara de cojonudo y su típico buenos días. Cada día lo odio más.
En mi mente me pregunto si hago bien en estar con Sam. Nunca le fui infiel ni creo que sería capaz de serlo. Añoro los primeros días, las primeras semanas de enamorados y de convivencia con ella. Desde joven la monotonía y la rutina me matan. Me aburro de casi todo. Todo. Mi vida es así.
Después de haber caminado seis cuadras, llego al supermercado. Empleadas domésticas y señoras de cristal atiborran las instalaciones. Me acerco a las cámaras frigoríficas con la intención de coger el yogurt y largarme a casa. A la cama. ¿Cuál escoger? Entre toda esa gran variedad de productos lácteos es muy difícil elegir, y más aún, si quien lo va a hacer es una persona que nunca en su vida ha decidido una compra de este tipo. Cojo el que se encuentra más a la mano y voy hacia una de las cajas registradoras. Hago la cola y pago. Otra cosa que odio son las personas que atienden a los clientes. Dicen que una buena atención se mide por la amplitud de la sonrisa de una hostess. Como si su forma de hablar -acompañado de un tono de voz irritable- y su amabilidad sean suficientes para hacer sentir a alguien que es bien tratado. A mí lo único que me importa es que me atiendan rápido y punto. Hasta me parece admirable cuando una de estas personas ni te mira y ni te saluda. Es más real, más sincero.
Caminando hacia mi apartamento pienso en Sam y lo que nos sucede. Mejor dicho, me sucede. Soy consciente que gran parte de los problemas que me atormentan, en gran medida, se deban a mi culpa. Pero me cuesta admitirlo ante ella y ante los demás. Soy orgulloso. Soy conflictivo. Jodidamente conflictivo. Sam no se merece esto. Yo no me merezco a Sam, necesito una mujer mejor. Mucho mejor.
T no está en su puesto de siempre. Ahí parado con su cara de cojonudo junto a la puerta. Apreto el botón del ascensor y espero que baje. Una niña con su madre salen y me saludan. Buenos días, me dicen. No les digo nada y paso de frente. Ya en el piso de mi apartamento saco las llaves de mis jeans desteñidos y lo introduzco en la cerradura. Giro, empujo, vuelvo a girar, saco y cierro. T. Qué carajo hace T ahí dentro. Los dos parecen que la están pasado bien. No pido ningún tipo de explicaciones. Es injusto pedírselas. Amor ahí te dejo tu yogurt light, le digo a Sam. Me volteo y abro la puerta. Espérate, no te vayas, me grita como queriéndome dar explicaciones. No las necesito. Los dejo a los dos solos. Tomo el ascensor y bajo al primer piso. Camino sin rumbo fijo y pensando sobre lo que mis ojos acababan de ver. No sé por qué, pero desde ese momento comencé a querer más a T.
(Lima, noviembre 2004)
8 Comments:
Alvaro:
Creo que tienes mucho talento y que dentro de poco seras uno de los escritores mas leidos del pais, espero sigas con ese estilo divertido y ocurrente de ver el mundo. Escribe mas pls.
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gracias por el comentario. mas adelante vendran mas para desdicha de muchos.
Me gusto mucho... deberías hacer un corto sobre esto realmente, muy bueno, genial...!!!
pao
seguire sus recomendaciones maestro. nuestra generacion crecio bajo esas influencias urbano-literarias. mis proximas propuestas seran algo mas experimentales.
Muy buenos, me gusta el estilo de decir las cosas y no decirlas.. eso te envuelve y te lleva al final. T me cae bien, Paulo me da lástima y si, don ramón debió ser peruano
HOLA ALVARO ME ENCANTA LO QUE ESCRIBES POR QUE DECIDIR RRPP...
Hola Alvarito me fascina tu blog, porque en cada frase que escribes me doy cuenta que tu vez la vida muy diferente a comparaciòn de algunos chicos de tu edad sigue adelante que tu puedes, ah mi nombre es Liliana ,
besitos
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